Personajes

Luis G. Alonso Getino, O.P.

Biografía y Semblanza

 

Abrimos esta sección con la biografía de Fr. Luis G. Alonso Getino, O.P. fundador y primer director de la Revista llamada en el momento de su creación La Ciencia Tomista. Tomamos los datos de la descripción apasionada que hace de su figura Antonio Gutiérrez, O.P., en su artículo -“El Padre Getino, escritor”, publicado en Ciencia Tomista 104 (1977), pp. 557-590- con motivo del primer centenario de su nacimiento. En el mencionado artículo fr. Antonio presenta una breve semblanza del P. Getino, antes de proceder a un estudio más minucioso de sus escritos.

El día 12 de noviembre de 1877 nacía en Lugueros (León) el P. Getino. Fue orientado a la Orden de Predicadores por su paisano el P. Juan G. Arintero. Después del año de noviciado en el Convento de Padrón (La Coruña) hizo su profesión religiosa el día 14 de noviembre de 1893. En el mismo convento estudió sus dos primeros cursos de filosofía. Pasó al Convento de Corias (Provincia de Asturias) donde hizo su último curso de filosofía, en un ambiente en que el rigor de los estudios estaba en plena vigencia, y en donde formaban parte del grupo de profesores, entre otros, los Padres Juan G. Arintero y Justo Cuervo.

 

El día 26 de noviembre de 1896 aparece ya matriculado para su primer curso de teología en el Convento de San Esteban de Salamanca, en el que haría los cinco cursos de estudios teológicos con aprovechamiento pero mostrando ya sus inclinaciones o aficiones, pues obtuvo sus máximas calificaciones en la asignatura de Historia Eclesiástica que cursó en su último año de estudiante. Al final de sus estudios, en el verano de 1901, recibió el Orden de Presbiterado.


El curso 1901-1902, el siguiente a la terminación de sus estudios, comenzó sus tareas como profesor en el mismo Estudio General de San Esteban. Fueron ocho cursos seguidos enseñando diversas asignaturas en distintos años: Hermenéutica Sagrada, Lugares Teológicos, Historia Eclesiástica, etc.


En total fueron trece los años seguidos que residió en Salamanca, años en que completó su formación realizó tareas de investigación que le proporcionaron un bagaje que dio sus frutos en los años siguientes. Y es en estos años salmantinos cuando se revela como un hábil escritor, con una serie de publicaciones entre las que se encuentra alguno de los títulos más valiosos de toda su producción.


Terminado el curso 1908-1909 abandona la actividad académica para seguir su auténtica vocación, que era la de publicista, trasladándose a Madrid, donde había de residir casi todo el resto de su vida. La ocasión vino dada por la fundación de la revista La Ciencia Tomista. Hacía ya bastantes años, en 1896, se había manifestado en un Capítulo Provincial la aspiración a fundar una revista científica, destinada a difundir la doctrina de Santo Tomás y a estudiar las cuestiones actuales a la luz de los principios del Santo; el que entonces regía la Provincia, el P: Esteban Sacrest, no pudo hacerlo, pero andando el tiempo y elegido de nuevo para el mismo cargo, decidió la aparición de dicha revista, encargando de su preparación al P. Getino, que fue el primer director. Rodeado de valiosos colaboradores, fijó la orientación y estructura de la revista (artículos de fondo, boletines, crónicas científico-sociales, comentario de revistas y bibliografía) que se habría de mantener durante muchos años. Y es en La Ciencia Tomista donde, desde el primer número, publicó el P. Getino la serie de artículos que constituyen la base de su biografía de Francisco de Vitoria, tema en torno al cual gira lo más perenne de sus publicaciones.


Elegido Prior del Convento de Oviedo el día 10 de septiembre de 1912, deja en manos del P. Albino Menéndez-Reigada (el que había de ser obispo de Tenerife y Córdoba) la dirección de La Ciencia Tomista, para volver a asumirla al término de su mandato en Oviedo, desde el año 1916 a 1922. De nuevo hubo de dedicarse a funciones de gobierno, pues el día 1 de julio de 1922 fue elegido Prior Provincial en el Capítulo celebrado en el Convento de Corias, dejando esta vez la dirección de la revista al Padre Vicente Beltrán de Heredia.


Ni durante el tiempo de su priorato en Oviedo, ni durante su gobierno de la Provincia –que le obligó a continuos y largos viajes de visita de las casas y conventos en España y varias naciones de América- dejó de ejercer su vocación de escritor. Al contrario, su insaciable curiosidad, apoyada en una capacidad de lectura y trabajo ciertamente grande, le hacía aprovechar las oportunidades para poner en marcha nuevas iniciativas; entre estas está la fundación de la revista Memorandum, de vida efímera pero que le sirvió para dar cauce a algunas de sus publicaciones. Sin embargo, en el terreno erudito o en temas de investigación histórica y literaria –que eran los suyos y donde más cabía esperar de él- la dispersión ha de ser pagada a costa de falta de rigor. Las responsabilidades de gobierno y, cuando no las tuvo, la constante dedicación a pronunciar conferencias y escribir artículos y notas periodísticas sobre toda clase de asuntos, hicieron que no dieran todos sus frutos las que, sin exageración, se pueden denominar sus geniales intuiciones.


Hay, sin embargo, una línea dominante en los escritos del Padre Getino: los estudios históricos sobre la Orden dominicana, entendiendo esto en un sentido amplio. Esta línea se vio confirmada cuando, siendo Prior de Oviedo, en el Capítulo Provincial celebrado en Palencia en mayo de 1914, fue instituido Cronista de la Provincia de España, O.P.


Estaba llegando al término de su mandato como Provincial (julio de 1926) cuando dos acontecimientos significaron para el Padre Getino nuevas ocasiones de actividad literaria.
El día 18 de octubre de 1925 se publicó, en el Boletín Oficial de la Provincia de Salamanca, la convocatoria de un concurso para cubrir la plaza de Cronista de la provincia. El P. Getino presentó su candidatura a petición de un sector de las fuerzas locales, y en medio de tensiones políticas y campañas en la prensa local, en las que no intervino, se llegó al 18 de diciembre en que la Comisión permanente de la Diputación examinó las solicitudes de los cinco candidatos que habían quedado, siendo elegido el P. Getino por unanimidad, con alabanzas a su fama de escritor y notable estilo literario y ponderaciones de la importancia de sus obras acerca del Maestro Francisco de Vitoria y Fray Luis de León, de tanto relieve para la historia de Salamanca y su Universidad. Este nombramiento le obligó a nuevas publicaciones.


Por otro lado, en abril de 1926 se daban en Salamanca los primeros pasos conducentes a la fundación de la ‘Asociación Francisco de Vitoria’, en los que participó activamente el P. Getino, figurando entre los socios fundadores de la misma; fue también su bibliotecario y editor de su voluminoso ‘Anuario’ desde el segundo volumen. Esto y su participación en la recién fundada Cátedra Francisco de Vitoria de la Universidad de Salamanca, en la que pronunció la primera lección, le obligó a insistir en los estudios vitorianos, con nuevas ediciones en años posteriores que son lo más valioso de sus escritos.


Residía el P. Getino en Madrid, en la Basílica de Atocha donde por iniciativa suya se había restaurado una comunidad de dominicos, y perseveraba en sus publicaciones e iniciativas dominicanas. En octubre de 1935 hubo de trasladar su residencia, siempre en Madrid, al ser nombrado superior de la casa-vicaría de Santo Domingo el Real, en la calle Claudio Coello; y allí llevaba pocos meses cuando en marzo de 1936 sobrevino la inclusión en el Índice de libros prohibidos de su libro Del gran número de los que se salvan y de la mitigación de las penas eternas, que había sido publicado como serie de artículos de revista desde el mes de abril de 1932 y en forma de libro el año 1934, libro que tuvo gran éxito y dio a su autor popularidad pero también el más grave disgusto de su vida.


Hubo de ir a Roma en relación con dicho triste asunto, y a esto debió quizá el no sufrir la muerte violenta que padecieron algunos miembros de su comunidad en el Madrid de la guerra civil de 1936-1939. Estaba retornando de su viaje cuando, en Francia, le sorprendió el inicio de la guerra; sólo el mes de octubre pudo pasar a España y residió en Toledo hasta que al final de la guerra pudo volver a Madrid. Entonces pudo comprobar que sus libros y papeles habían desaparecido en la revuelta. Sin embargo no se arredró, y siguió escribiendo de sus temas predilectos. De este tiempo es su libro Santo Domingo de Guzmán, del que al final de su vida decía era el libro de que estaba más satisfecho.

Aún se sucederían algunos años en que parece que paulatinamente fue disminuyendo su actividad, pero nunca dejó de escribir y publicar; y siempre con nuevos proyectos entre las manos le llegó la muerte el día 9 de julio de 1946.
 

Personajes

Cuando nos introducimos a fondo en la historia de Ciencia Tomista y en su desarrollo a lo largo de estos cien años constatamos con entusiasmo el rigor y la valía intelectual de sus colaboradores. Merecen ser destacados, a este respecto, numerosas personalidades. Su escritura inteligente permanece como un legado de ideas y aportaciones nada despreciables en estos momentos en los que asistimos a un cierto ‘desierto teológico’ y a una excesiva fragmentación del pensamiento. Muchos de los que nos han precedido fueron abriendo nuevos caminos. Hoy nos siguen enriqueciendo con sus aportaciones. Merecen nuestro mejor homenaje. En esta sección iremos presentando a las diversas personalidades que, por un motivo y otro, han estado en relación con la revista a lo largo de estos cien años.


Juan González Arintero
Biografía y Semblanza

Alberto Colunga
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Luis G. Alonso Getino, O.P.
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